lunes, 22 de octubre de 2007

Educando a la mente

Podría parecer curioso pensar en la mente como si fuera un niño, pero resulta bastante didáctico para entender cómo funciona y cómo podemos nosotros influir en ella para nuestro beneficio.
Cuando nacemos, venimos a esta tierra con gran pureza, somos seres inocentes y libres de prejuicios, normalmente adorados por quienes nos rodean, quienes nos entregan mucho amor y cuidados, sobre todo en los primeros años de nuestra vida. En el camino nos llenamos de experiencias, que van enriqueciendo nuestro andar y van formando parte de nuestra mochila de recuerdos, de pensamientos que van llenando nuestra mente, van naciendo poco a poco las relaciones en nuestra cabecita, que comienza a influenciar nuestro andar. Si nos portamos bien nos premian, si nos portamos mal nos castigan, así también funciona la mente, si hacemos algo que creemos está mal, nos castigamos y si hacemos algo que creemos que está bien nos felicitamos, haciendo crecer nuestro ego.
Es así como la mente, a través del ego, se adueña de nuestros pensamientos y busca cada vez más sentir esa sensación de satisfacción, a través de las acciones que vamos realizando. Si las cosas no nos resultan, entonces el ego nos castiga, mermando nuestra autoestima y convenciéndonos de lo ineficientes e inútiles que somos.
Cuando la mente domina al ser que llevamos dentro, estamos como un barco a la deriva, a merced de la mente y sus boicoteos, los que podemos percibir cuando nos descubrimos pensando "no puedo", "no soy capaz", " no vale la pena intentarlo", "no sirvo para eso", "eso no es para mí", "no lo merezco", etc.
Hay otro camino que, sin duda, es más complejo y difícil, pero a la larga trae una satisfacción más duradera. Me refiero al camino del autoconocimiento, que permite descubrir las verdaderas potencialidades que tenemos, pero también permite descubrir nuestras debilidades, porque todos tenemos un lado luminoso y un lado oscuro, es parte de nuestra naturaleza, la dualidad de la vida.
En la medida que uno va conociéndose, puede identificar de mejor manera las trampas de la mente y puede tomar con mayor facilidad las riendas de su vida, para seguir por el camino que realmente quiere recorrer y no por el camino que le señalan otros que debe seguir.
Porque en definitiva, el camino recorrido es la meta, un camino que no tiene término, que es mutable y que se genera día a día en base a nuestras decisiones.
En la medida que mejor nos conocemos podemos decidir caminar, haciendo aquello que realmente nos agrada y disfrutando más de lo que somos y de lo que hemos logrado.
Entonces, cuando nos encontremos con cosas que no nos agradan, cuando nos enfrentemos con nuestros desaciertos o fracasos, al estar más concientes de que son parte de nuestra experiencia de vida, podremos darnos cuenta con mayor facilidad que los pensamientos negativos que se puedan generar al respecto, son los mensajes de nuestra mente que nos castiga por ello. Al identificar este proceso que ocurre en nuestro interior, podremos estar más tranquilos y desechar los pensamientos negativos que nos atormentan, para dar paso a mejores pensamientos que nos hagan sentir más felices y satisfechos con nosotros mismos.
Podemos crear dentro de nosotros, nuestro propio infierno o nuestro propio cielo, en la medida que nos llenemos de pensamientos negativos o positivos. Porque los pensamientos crean la vida, y en la medida que podamos educar a la mente en pensar positivamente, siendo optimistas, pacientes, alegres y agradecidos, podremos ir poco a poco cambiando nuestros viejos patrones de pensamiento, por unos más nuevos, frescos y placenteros. Pensamientos que atraen más cosas positivas hacia nosotros, permitiendo armonizar de mejor manera todos los aspectos de nuestra vida, valorándola más y agradeciendo aquello que no teníamos conciencia que existía.
El primer paso es detenerse para mirarnos internamente y luego, poder avanzar, caminando con mayor claridad, y continuar nuestro recorrido, por los senderos de la vida que deseamos vivir.
Que tengan un buen camino, lleno de colores y alegrías.

Escrito el 8 de octubre 2007.

miércoles, 3 de octubre de 2007

El poder de las emociones

Las emociones dirigen gran parte de las decisiones en nuestra vida y lo que pensamos nos lleva a sentir las emociones que nos hacen actuar de determinada manera, la conducta humana se explica en gran medida por las emociones que sentimos.
Considero de gran importancia el conocerse a sí mismo, identificando aquello que nos afecta y por qué nos afecta, qué es lo que realmente me agrada o me desagrada de aquello que está a mi alrededor, observar la forma de relacionarme con otros. Hay una relevancia poco destacada de nuestras conversaciones internas y cómo ellas influyen de manera determinante en la forma en que miramos la vida y cómo caminamos por ella.
Las personas crecen de acuerdo a su forma de ver el mundo que los rodea, con la suma de pensamientos que generan las emociones, que llevan a tomar actitudes favorables para el desarrollo personal y también profesional.
Cuando estamos llenos de miedos, rabias y ansiedades, nos bloqueamos, nos cuesta crecer, las emociones descontroladas nos hacen ver la vida en blanco y negro, nuestra interpretación de los hechos, se tiñe negativamente, haciéndonos sentir bastante mal. Sin embargo, en la medida que vamos trabajando nuestro mundo interior, ordenando la casa etérica de las emociones, podemos sentir las emociones de un modo más controlado, o más bien, más equilibrado, pudiendo ser capaces de ver la vida no necesariamente en blanco y negro, sino más bien una vida con colores, a veces más brillantes y luminosos.
Las emociones no son negativas o positivas, ni buenas ni malas en sí mismas, sino que el descontrol de ellas es lo que puede revestir peligro o traer un impacto más negativo en nuestra forma de relacionarnos. Sentir miedo frente a un real peligro es absolutamente natural, sentir rabia frente a algo que me desagrada o ansiedad frente a una situación de incertidumbre también es normal, lo que nos complica es cuando estas emociones permanecen y nos afectan, impidiendo que vivamos tranquilos y seamos capaces de avanzar en la vida, enfrentando la gran variedad de acontecimientos a los que nos enfrentamos día a día, ya que la vida en sí misma es incierta, con momentos tristes y alegres, con fracasos y triunfos, un gran variedad de vivencias que nos hacen sentir diversas emociones, que por cierto, son las que nos hacen sentir que estamos vivos, porque podemos sentir en nuestro cuerpo físico las consecuencias de ellas, en el estómago, la cabeza, la respiración, el corazón, las piernas, etc…
Lo ideal es el equilibrio de la razón y la emoción, ser capaces de poder pensar y sentir, de la mejor manera posible para lograr estar en paz consigo mismo y con quienes nos rodean.
Hay que tenerse paciencia, perdonarse y darse nuevas oportunidades, hay que ser empáticos y tomar más conciencia de cómo nos estamos moviendo en la vida.
Les deseo que sus emociones los lleven por el camino de la felicidad.